Todo el mundo, o por lo menos la mayoría, asocia el término “abejas”, con la miel y el doloroso aguijón cuando te pican, pero lo cierto es que no todas tienen aguijón y muchas de ellas habitan extensos bosques a lo largo del territorio peruano. Estas pequeñas polinizadoras nativas de nuestro país, son capaces de producir miel con propiedades terapéuticas, desempeñando un rol protagonista en la reforestación, sostenibilidad y salud de las personas. Y todo este impacto fue evidenciado gracias al trabajo de la peruana Ysabel Calderón, una joven ingeniera química lambayecana, que ha dedicado su vida a cuidar abejas y restaurar su hábitat.
Pero el trabajo y reconocimiento de Calderón trascienden fronteras y se remontan a varios años atrás. Desde su infancia en la comunidad de San Francisco de Asís, encontró una conexión profunda con la naturaleza. Pero también vio que a medida que ella crecía, también crecía el panorama desolador en su comunidad debido a la incesante deforestación.
Motivada por el deseo de cambiar esta realidad, en 2017 fundó el proyecto Sumak Kawsay, en español, «buen vivir», con el objetivo de reforestar y proteger a las abejas.
El financiamiento inicial se dio con la venta de la miel de una colmena que cuidaba junto a su madre, la cual cuenta con propiedades antimicóticas y antiinflamatorias.
Con esta iniciativa se logró plantar más de 2 mil árboles y crear conciencia sobre la real importancia de estas pequeñas abejas sin aguijón.
De acuerdo a una reciente entrevista con El País, la también ingeniera, señaló que las abejas meliponinas, como se les conoce, “dependen de árboles maduros para sobrevivir. Cuando un árbol envejece, su tronco se ahueca, y ahí ellas encuentran un lugar propicio para formar su colonia. La tala indiscriminada para extraer miel pone en riesgo a las colonias, exponiéndolas a depredadores y amenazando su existencia”, apuntó Calderón al medio español.
MUCHAS AMENAZAS. El trabajo de Calderón ha resaltado la necesidad de preservar estas especies y su entorno. Además de la deforestación, el uso de agrotóxicos y la crisis climática son amenazas directas que enfrenta la población de abejas sin aguijón en Perú. A pesar de estos desafíos, su dedicación e iniciativa ha sido reconocidas internacionalmente, recibiendo el Premio Midori a la Biodiversidad durante la COP16 en Cali, Colombia.
Este reconocimiento incluye un fondo que permitirá lanzar el proyecto «Guardianas de las Abejas Nativas», cuyo objetivo es capacitar a otras mujeres de su comunidad en el manejo sostenible de colmenas.
En su investigación, Calderón ha logrado mantener tres especies de abejas sin aguijón en diferentes altitudes del bosque seco peruano, cada una adaptada a un ecosistema específico, debido a que en cada ecosistema cambia el tipo de floración, por ende, cambia el tipo de alimento y producción de cada tipo de abeja.
Además de su trabajo en la conservación, Calderón ha creado la «Ruta de la Miel», una experiencia de agroturismo liderada por mujeres de su comunidad. Esta iniciativa no solo educa a los visitantes sobre la vida de las abejas, sino que también impulsa la economía local y promueve prácticas agroecológicas.
A través de su labor, Ysabel Calderón ha demostrado que la conservación de la biodiversidad es posible y necesaria. «Las abejas sin aguijón nos enseñan a trabajar en comunidad», reflexiona. Su mensaje es claro: la sostenibilidad y la protección del medio ambiente son responsabilidades compartidas. Con su ejemplo, espera inspirar a otras comunidades en Perú y el mundo a valorar y proteger la riqueza natural que tienen.
Por: Christiam Ojeda Valenzuela
* (Publicado en Lombriz.com.pe)